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The Smashing Pumpkins – Oceania (2012)

Si soy sincero, la completa desbandada de tres cuartas partes del grupo —sustituidas por otros jovencísimos músicos—, así como la fanfanorrería despachada por Billy Corgan en sus frecuentes deslenguadas declaraciones a los medios me estaban propiciando una antipatía ante los nuevos Smashing Pumpkins que, tras haber escuchado Oceania, hubiera querido decir a los cuatro vientos: ¡los calabazas han muerto!. Afortunadamente esto no ha sido del todo cierto.

Oceania es un disco que echa la vista atrás, seguramente a Siamese Dream pero que se erige como muestra de las inquietudes personales de Corgan (encontraremos algunos paralelismos con su trabajo en solitario The Future Embrace). Los riffs de Quasar y Panopticon son rápidos y marca de la casa —legado de Cherub Rock—, con bonitas melodías y una batería trabajadora pero que a todas luces no puede hacer brillar las canciones como lo hubiera hecho Jimmy Chamberlain. The Celestials nos ofrece una cara de melodías amables y unos arreglos de sintentizadores de pop ochentero que preferiría hubieran quedado para los experimentos con gaseosa de Corgan en sus discos “en solitario” y que dan pie a Violet Rays, que trata de consolidarse como un tema sensible pero sin encontrar suficiente personalidad. Unido a My Love Is Winter, tema que sigue perfilándose con melodías de teclado de psicodelia bucólica-floral pero que no consigue mejorar el calificativo de anodino, hace que el nivel empiece a caer. Las mismas coordenadas pop, con incrementada ración de electrónica, se mantienen en One Diamond, One Heart y Pinwheels. En cierto modo, el resultado de esta mezcla es agradable pero a estas alturas no podremos evitar hacer comparaciones con las añoradas obras maestras de The Smashing Pumpkins.

Alabaría Oceania por intentar aportar un estilo de composición diferente pero su incoherencia interna la convierte en un antónimo del término progresivo. La segunda mitad del disco vuelve a remontar, Pale Horse es una balada destacable con un poderoso leitmotif y una percusión minimalista mientras que The Chimera nos ofrece un rock alternativo al alcance de pocos grupos. Las guitarras hablan por los codos y se produce un verdadero estallido de colores, que sigue destelleando en Glissandra y en sus sinuosas líneas de bajo.

La cuesta abajo de The Smashing Pumpkins sigue acelerándose, ahora con Billy Corgan como único responsable. Oceania no es un mal trabajo, de hecho es disfrutable y nos permite seguir disfrutando de temas interesantes, pero se debate en una crisis de inspiración y composición que relega al proyecto a una posición de clara inferioridad con tiempos pasados.