Aunque el debut homónimo de Triángulo de Amor Bizarro fue bastante celebrado por la crítica patria, me pareció el típico disco que te pega fuerte al principio, pero que luego aburre. A pesar de eso, esperaba con curiosidad su segundo disco, ya que a pesar de su ligereza, los inicios de estos jóvenes gallegos contenían los suficientes elementos positivos como para esperar otro trabajo, cuanto menos, entretenido.
Cuál ha sido mi sorpresa al encontrarme un trabajo tan sólido detrás de este Año Santo. Sigue el shoegaze, el postpunk oscuro y claustrofóbico y las extrañas historias que cuentan, pero todo mucho más ruidoso, más creíble, más compacto y sobretodo mucho más maduro. El bajo adquiere mayor protagonismo, marcando el ritmo de canciones que a pesar de su espíritu ruidista y de sus insanas distorsiones resultan pegadizas. La sensación de que al disco ni le sobra ni le falta nada es continua.
Me cuesta describir porque el disco funciona tan bien, porque realmente tampoco hacen nada nuevo, pero es que todo encaja tan bien que a uno no le queda más que rendirse a la calidad del disco. Año Santo es un ejemplo de lo que debería ser el segundo disco de una banda que se inician con un debut prometedor. La confirmación que otros muchos siguen buscando sin llegar a encontrar su momento. Triángulo de Amor Bizarro se pueden considerar unos afortunados, porque podemos afirmar que ellos ya lo han conseguido.
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Año Santo