Pocos grupos de rock consiguen hoy en día impactar y hacer presa del oyente en ese corto periodo de tiempo en el que decidimos si algo nos gusta, nos choca o nos resulta indiferente. Turbowolf tienen ese don gracias, en gran parte, a la inmediatez de su música. Contando como elementos principales poderosos riffs, chulería rockanrollera, urgencia punk y una velada sombra de gustos psicodélicos, este cuarteto de Bristol golpeó fuerte con su debut, el trabajo que aquí nos atañe, a pesar de que durante 3 años antes el grupo había ido lanzando una serie de singles que nos advertían que algo realmente excitante estaba por llegar.
Nos encontramos ante un disco que derrocha desparpajo y gancho, fuertemente afianzado en su frontman Chris Georgiadis, que sabe suplir un registro bastante convencional con una actitud descarada y unas melodías penetrantes y talentosas. Solo la media balada Son (Sun), los coqueteos con la electrónica ochentera de All The Trees y los esporádicos interludios protagonizados por los sonidos retro del theremin nos permiten respirar entre riff y riff, auténticas descargas de escuela blacksabática con plus de peligrosidad. El disco pasa volando con sus apenas 40 minutos de duración, y temas como Bag O’Bones, Read+Write y especialmente A Rose For The Crowds, son tan disfrutados que el tiempo parece pasar el doble de rápido.
Acostumbrados a encontrarnos bandas contemporáneas de corte clásico muy fieles a los cánones pero muchas veces sin nada nuevo que aportar, el descubrimiento de Turbowolf ha sido de lo más fresco y divertido. Ya impacientes por ver lo que nos deparará su segundo LP, solo podemos pedir verles en directo, donde toda la energía que derrochan en disco debe convertirse en más que su “punto fuerte”.