Todo género musical posee unos ciclos de vida propios en los que se puede pasar del éxito y el reconocimiento al completo olvido en un abrir y cerrar de ojos. El death metal no es inmune a estos vaivenes y desde su concepción ha sufrido olas de popularidad y de ostracismo. Es posiblemente uno de los géneros más libres del metal extremo, con el que se ha experimentado de una y mil formas, y sin embargo, en los últimos tiempos parece que se anquilosa en un par de tendencias, o en el virtuosismo exacerbado, o asociado a esa palabra que parece chirriar tanto como es «core», vincluada a conceptos que varían de la definición original de death metal y perdiéndose en una suerte de nueva ola de música abrasiva pero inofensiva.
Por suerte existe una tercera vía que está eclosionando, literalmente, en las antípodas. Ya sea la pesadilla musical que son los australianos Portal, o, a los que remite esta reseña, los jóvenes neozelandeses Ulcerate.
Ya desde Everything is fire se vislumbraba una tendencia que terminaría por explotar en el brillante The Destroyers of All. A nivel conceptual, la propuesta de Ulcerate no dista mucho de llevar al extremo los dictados de referentes del género como Morbid Angel o Immolation, pasarlos por un filtro de texturas y ambientes, resultado de haber estado en una isla abandonada con la única compañía de la discografía de Neurosis.
En su última referencia, Vermis, se asienta definitivamente en un estilo oscuro y denso, que sería lento y bajado de revoluciones si no fuera por ese blast beat continuo que impera en la mayoría de canciones que funciona más como una pantalla de ruido estático que como medidor de un ritmo acelerado. Repiten una fórmula que posee una vigencia increíble, y siguen experimentando y estirando los límites de todos los géneros que confluyen en su obra.
Estéticamente Ulcerate han desarrollado una serie de elementos que han hecho suyos, desde los agudos barridos de guitarra (recuerdan en ocasiones a Gojira) al monumental trabajo que hay detrás de las baquetas de Jaime Saint Merat, blast beat y redobles de ciencia-ficción.
Las estructuras de canciones como Vermis, o The Imperious Weak, caóticas y en ocasiones difíciles de seguir, hacen que este disco requiera una escucha atenta, que se verá recompensada en momentos puramente ambientales como el interludio Fall to Opprobrium.
Quizá Confronting Entropy sea la canción más definitiva del estilo definido por Ulcerate. Un riff repetido hasta el infinito que bucea entre la ametralladora de la batería hasta perderse en disonancias y cambios de ritmo neuróticos. El conjunto del álbum es muy homogéneo, posiblemente demasiado homogéneo, haciendo que hasta con varias escuchas el oyente no sea capaz de reconocer dónde acaba una canción y dónde empieza la siguiente.
En definitiva, una obra totalmente a la altura de sus predecesores, con una producción más oscura si cabe y dando otra vuelta de tuerca a un estilo que no para de reinventarse.