Un chico blande a Jesucristo como a un tirachinas —trazando un más que explícito homenaje a la mítica portada de To Mega Therion a cargo de HR Giger—, viste una máscara antigas y porta un Kalashnikov. Al fondo, un bombardero no tripulado hace saltar por los aires una casa sobre un telón en el que se intuye la bandera estadounidense. Vision of Disorder no podrían haber elegido mejor representación visual para lo que nos quieren transmitir con Razed To The Ground: la inseguridad y la ansiedad producidas cuando la violencia llama a la puerta de nuestra “segura” civilización occidental.
Sobre este marco de reflexión social y política, Vision of Disorder despliegan un arsenal de recursos de violencia sonora al alcance de pocos grupos actuales de metalcore. “La experiencia es un grado” no es en este caso un refrán vacío y anti-adanístico sino el elemento clave a través de la cual Vision Of Disorder pueden explicarse como un grupo tan personal, con un funcionamiento tan compenetrado entre sus miembros, seguro de sí mismo y libre de sospecha en una escena donde lo que abunda es el olor a cerrado y el préstamo de ideas.
Con riffs que generan en mi cabeza imágenes de cien cambios de traste por minuto, y prácticamente liberados de las esquirlas metálicas que mantenían en el apabullante The Cursed Remain Cursed, este disco se convierte en el trabajo más hardcore de los de Long Island. De alguna forma regresamos a su debut homónimo de 1996 con ese plus de la madurez que comentaba anteriormente y tan bien se vivifica en un trabajo de guitarra ardiente y rico en matices.
Ser referente entre décadas, el barómetro de la escena
Apenas sin tiempo para mirar atrás, Vision of Disorder ejecutan un disco abrasivo e inmediato donde el caos es la forma natural de las cosas, y solo somos capaces de retener los esporádicos momentos melódicos de temas como The Craving o Red On The Walls en los que Tim Williams vuelve a emocionar con ese tono sombrío y rasgado que tan inesperadamente recuerda a Manson. A pesar de no ser tan redondo y memorable como su predecesor —algo tiene que ver la falta de factor sorpresa del retorno—, si me permitís la comparación con Inception, Razed To The Ground se ha convertido sin darme cuenta en mi tótem, en el anclaje musical de mi yo actual con mis 90s metaleros. Algo en lo que fijarse cuando volvamos a medir el status quo de la escena.