Wolves in the Throne Room – Celestial Lineage (2011)

Mucha era la expectación que había sobre el cuarto disco de estudio de los americanos Wolves in the Throne Room, conformada por los hermanos Weaver (Aaron y Nathan). Después de tres excelentes LP y un EP, cada uno con un sonido diferente, muchas eran las preguntas acerca de la orientación de sus nuevos trabajos y de si de estaría a la altura de su casi perfecta discografía. El disco no solo cumple las expectativas sino que marca un rumbo claro, ya que han decidido dejar un poco de lado el sonido más lineal, crudo, y por qué no, estándar, de su anterior trabajo, Black Cascade (sin que todos estos adjetivos tengan un carácter negativo) para mirar hacia atrás, al que fuese su segundo larga duración: Two Hunters. Celestial Lineage supone una vuelta de rosca al sonido más ambiental de la banda, nuevamente con la ayuda de Jessika Kenney a las voces limpias, como ya hizo en temas como Cleansing o I Will Lay Down My Bones Among the Rocks and Roots del ya citado disco. Pese a tratarse de su disco más variado y calmado hasta la fecha, los americanos parecen moverse con facilidad entre el black metal más ambiental, los interludios chamánicos y los momentos más litúrgicos con cierta influencia del drone más hipnótico y repetitivo a lo largo de siete temas en los que se dividen los casi 50 minutos que dura.

Lo primero que sorprende de Celestial Lineage es la presencia de voz femenina desde el primer minuto de la gloriosa Thuja Magus Imperium, excelente forma de abrir el disco y que podría servir como resumen de lo que ha resultado su carrera: interludios atmosféricos de gran belleza, momentos de black metal algo más crudo y un final más lento y pesado. Además, encontramos una mayor presencia de teclados y de medios tiempos que en Black Cascade o su ya lejano Diadem of 12 Stars. Tras un interludio con la colaboración de una voz limpia masculina, obra del que fuese líder de la banda ISIS Aaron Turner, se abre el tema más directo del disco, Subterranean Initiation, que sorprende con un final más épico y luminoso de lo que nos tienen acostumbrados. La minimalista y preciosa Woodland Cathedral nos muestra la faceta del disco más próxima al Two Hunters, de nuevo de la mano de Jessika Kenney. Esta pieza sirve de apertura para Astral Blood, con uno de los arranques más duros y blackmetaleros del disco. Por último, el disco se cierra con Prayer of Transformation, un tema lento y rotundo casi próximo al drone en el que la banda superpone capas de sonido para crear la pieza más ambiental del disco, con una gran presencia de teclados y las características voces raspadas de Nathan, muy bien ejectutadas a lo largo de todo el trabajo.

En definitiva, el disco cumple con las expectativas aunque se hace realmente corto y supone probablemente su disco más accesible. Una buena forma de iniciarse en esta banda que sin tocar géneros extremadamente populares ha conseguido cierto nombre gracias a su buen gusto y a una accesible y muy cuidada producción que en el disco que nos atañe corre a cargo de Randall Dunn (Earth, Boris, SUNN 0)))…) que hace la escucha aún más interesante, gracias a la naturalidad de un sonido grabado de forma analógica. No es su mejor trabajo ni supone nada realmente novedoso pero aquellos de nosotros a los que ya cautivaron con sus anteriores discos disfrutaremos este nuevo trabajo de una banda que cada día está más en boca de todo el mundo, lamentablemente no siempre por su música.

El disco se puede comprar en Southern Lord y cuenta con fotografía de Ali Scarpulla.

Nota: 9