Con un repertorio dividido entre su anterior referencia, West y algún tema del disco que presentaban, el fantástico Back to Land, los de San Francisco salieron a dejar bien alto el pabellón. Sonaron perfectos en Shoko, sala de fiestas madrileña que está acogiendo verdaderos bolazos últimamente. Para quien no la conozca, decir que se trata de un escenario semicircular de techos altos. La acústica es casi perfecta en las diez primeras filas, combinando con tino potencia y definición.
Como viene siendo habitual, proyecciones de psicodelia caleidoscópica se iban proyectando sobre la propia banda con cada tema. Y aquí es cuando hago un aparte: Wooden Shjips tienen alma pop, pero no son un grupo de canciones. Crean un pulso, una inercia rítmica llena de matices que no puede sino avanzar hacia adelante. Lo normal es que acabes llevando el ritmo de bajo y batería con los pies y cabecees con los ojos cerrados. Es una especie de sensación de felicidad y plenitud que no llega a materializarse ni definirse. Escuchad Lazy bones, que os puedo asegurar sonó mucho más pegadiza y ruidosa en directo. Representa justo lo que os quiero explicar.
Stoner, drone rock, space rock, muchas y no del todo acertadas son las etiquetas que se aplican a esta banda. Pero tras verlos en directo, queda más claro que hablamos de una especie de garaje pop muy distorsionado y muy desvirtuado. Y muy desdibujado por un filtro psicodélico que toma verdadera importancia en directo, momento en el que la distorsión toma el timón. Más que recomendables. Felicidad sónica y saber hacer todo en uno.
Fotografía: Dara Flux
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