En unos tiempos —y especialmente en el ámbito del mundo occidental—, donde las instituciones religiosas están en horas bajas y en los que la ciencia comienza a socavar todos aquellos parches que la superstición y la tradición impostaron para dar respuesta a nuestras preguntas como seres racionales, la permanencia de David Eugene Edwards como defensor de la fe cristiana desde el ámbito de la música es, al menos, y visto desde el lado positivo, un suceso sorprendente y estoico. Ya en su título, Refractory Obdurate, nos da las pinceladas de que lo que Edwards nos quiere transmitir con su nuevo disco bajo el proyecto de Wovenhand: la resistencia al cambio, la obstinación y la obcecación; toda una reafirmación de sus principios evangelizadores.
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La música como herramienta religiosa
Edwards sabe bien de los poderes físicos y espirituales de la música, y de su capacidad —conocida desde tiempos remotos—para acomodar la mente a la supuesta conexión con el mundo espiritual, un puente entre la tierra y el cielo. Es ahí donde actúa su música difícilmente clasificable, heredera de un folk americano primigenio, vetusto, pero lejos de la obsolescencia, a la que se une el trascendentalismo de la música de los nativos americanos, y como elemento moderno, un rock rotundo y atávico.
En un flujo que varía desde el folk-rock más europeísta y bailable de Corsicana Clip, a las baladas oscuras como Obdurate Obscura, pasando por momentos más alegres como Good Shepherd y otros más duros como Field of Hedon, toda la música queda ligada y sometida al trance de Edwards y su característico estilo vocal, confeccionando, como su portada muestra, un dosel colorido y diverso que aglutina todas las facetas hasta ahora desplegadas por el grupo. La solidez y la inmersión de todos los arreglos aumentan la sensación de pureza de la propuesta y deja patente que Edwards se sabe rodear de músicos extraordinarios.
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Su disco más rockero
Es, sin embargo, el perfil contundente y guitarrero del disco una de las características más personales y llamativas de Refractory Obdurate, y que refuerza el carácter febril de este mensaje bíblico. La tendencia evolutiva de Wovenhand, desde el folk hacia los sonidos más rockeros, viene haciéndose palpable desde discos como The Laughing Stalk y The Threshingfloor, y supone toda una vuelta a las raíces del músico, un flash a la memoria de 16 Horsepower. Piezas como Masonic Youth o Salome, marchando al son de timbales no tienen problema en hacer migas con el post-punk. Esta rockerización llega su cima en Hiss, donde Wovenhand se sumergen de pleno en el éxtasis del ruido, configurando el clímax perfecto del disco.
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Apalear el alma y que solo Dios sea la salvación
Empeñado en mostrarnos la ley, a diferenciar del mal del bien, el músico estadounidense tiene como objetivo principal hacernos sentir indefensos, despojarnos de nuestras corazas de seguridad, postrarnos y llorar ante la rotunda mácula del mundo, de forma que su música sea el mecanismo más rápido para volver a tener esperanza en Dios. Esto no es un invento mío, son palabras textuales suyas.
Dudo que teniendo unas ideas bien montadas en vuestra cabeza lleguéis a abrazar la fe después de escuchar Refrectory Obdurate, pero lo que sí es claro es que si hay un Dios tan misericordioso ahí arriba, la música de Wovenhand debería ser mecanismo perfecto para al menos, rozar la trascendencia.